jueves, 22 de marzo de 2012

1ROBOTCIEGO VIO A ROGER HEINEKENS EN RIBER PLAY (PARTE UNO)



- “Fabrizio. ¿Qué hacés con una camiseta de Voca en la c@ncha de Riber?”. El planteo caía de fino, de un hermano rubito a otro más rubito en una estación de Shell frente al Monumental de Núñez, donde una fila de más o menos 50 personas esperaba por alguna gaseosa y puchos. En la esquina, la marea de gente que accedería por la Avenida Udaondo, chocaba contra un corpóreo del maestro de ceremonia, empilchado con una remera negra ajustada y su mejor cara de clon de Richard Gere.


- “Daleeeee Voooooo, daleeee Voooooo, dale daleeee Voooooooo!!!!!”, le escupía en la cara refregándole la xeneize que tenía debajo del pulóver, el hermano más rubito a su hermano rubito, quien se lo apartaba de la jeta con un escueto: - “Salí de acááááá vooooohhhh!!!!!”. La cola avanzaba lenta porque otros parientes de linaje ario, más adelante preguntaba: - “¿¿¿Quién quiere helado???. ¿¿¿Vos Agus???”. Agus, que apenas tendrá sus 14 añitos pero que ya estaba para la grosería, sentenciaba un poco amigable: – “Sí, sha te dije que sí!!!”. Arrancaba de esta manera tan peculiar, una de las experiencias más violadoras de neuronas que mi cabeza vivirá en millones de años luz.

La séptima fecha del cerebro de Pink Freud en Argentina, venía cargada de emociones contenidas desde el origen de los tiempos, y que desde esa noche, comenzarían a fluir por el aire con la potencia de una válvula hidroeléctrica funcionando a full power!!!!!. Ni un puto policía a la redonda, GARANTIZABA LA SEGURIDAD (sick) de que el show se desarrollaría sin inconveniente alguno. Salvo múltiples sobresaltos, que obviamente, eran parte del espectáculo.

A solo segundos de haberme comido un alfajor y tomarme una Coca-Cosa® al vuelo, me metí entre las familias enteras que venían a traspasarse un legado de generaciones, cual ritual místico bendecido por el shamán que partió desde su mansión en Londres (o-donde-puta-sea), haciendo escala en las ciudades más cosmopolitas del planeta, para traer el mensaje definitivo de paz y sabiduría que toda la humanidad necesita conocer y apreciar.

Habiendo formado otra colita, me doy cuenta de qué está hecho realmente EL MURO. El acceso, se encontraba exactamente abajo del escenario. Y luego de una caminatita y de dejar que el acomodador fiscalizara mi entrada, me poseyeron los espíritus de Marcelo Salas, Pablo Aymar, Javier Saviola, el Burrito Ortega y hasta el del Enzo Francescoli, al tocar con los pies el gramado del Estadio de la Banda roja, frente a un público sediento de pan y circo desde tres de los cuatro costados. No sé por qué no pude evitar tararear el cantito: “Rosher Güoooooters, hoy te viniiiiimo a veeeeeer. Ponga hueeeeevooooo, vos no podés perrrrdeeeeeerrrrr”. Y nada, eso.


La música era tenue. Blueses de quién-sabe-qué épocas gloriosas, a modo de apaciguar o preparar las almas para la hecatombe sónica que se venía, sirvieron de entremés, a medida que la impaciencia se desataba cuando ya siendo más de las 9 y 20 casi, nadie se manifestaba sobre las tablas. ¡¡¡¡¡Hasta que por fin!!!!!, las luces se apagaron y unos reflectores cubrieron de sangre un círculo en el centro de la atención del público.

Dos policías nazis se colocaron en la mitad de todo, con un muñeco horrible inspirado en la obra “El Grito” y de fondo, el discurso: “I´m Spartacus!!!. I´m Spartacus!!!. I´m Spartacus!!!.” de la película de Stanley Kubrick. Un flash después, el sueño de ver alguna vez a la banda más impresionante del cosmos, aunque sea solo en una cuarta parte, se encarnaba en la presencia del escuálido abuelito Roger, quien se calzaba un saco ¿Armani? o uno de esos, para comandar el ataque bestial de su maquinaria de hits antibélicos.

Sonaban los primeros acordes de “In the flesh?” y mi delirio encefálico ya era pleno. Hasta que una vieja del orto que tenía sentada al lado me dice: - “Nene, ¿podés apagar tu cigarrishooooo?”. Mal ahí. Además de las limitaciones de tener que ver semejante obra maestra con el culo reposando en asientos numerados y enganchaditos entre sí, después de haber sorteado a los perros de la Gendarmería en la frontera y todo!, que una “X” me obligue a bajar 1238910381092374852031703291 cambios, en serio, no dio. Más allá de eso, todavía no corrían ni tres minutos de performance y ya un avión explotaba sobre mi anatomía. Bien ahí !!!!! =D

Igual, “The thin ice”, un tema que terminé de pillar totalmente solo una semana antes del concierto, me devolvía al trance, previo a uno de los primeros momentos cumbres de la velada: “Another brick in the wall (Part 1)” asomaba tranqui sobre las proyecciones de un océano rojo, recreando la agonía del viejo de Don Floyd montado en un helicóptero rumbo a la muerte. Y detrás de éste: “The happiest days of our lives” te extirpaba gritos viscerales envueltos en piel de gallina.

Unos niños de casacas negras con una leyenda impresa que no alcancé a leer, se sumaron al groove, para hacer unos pasitos sincronizados y enfrentar a la gigantesca autoridad de la marioneta del maestro de escuela, que durante toda la infancia nos deformó el cráneo con sus estúpidas teorías sobre la realidad de las cosas. Y así pasaba “Another brick in the wall (Part 2)”, el tema que puso a todos los adolescentes de los 70 a inaugurar las pistas de baile (según mi tía).

Todo se iba al carajo, cuando luego de un bis raro del tema anterior, tocado solo a guitarra acústica en memoria de Juan Carlos Menezes (un brasilero acribillado por la Scotland Yard en Inglaterra), en gesto demagógico el showman le dedicaba “Mother” a las “Madres y Abuelas de Plaza de Mayo”, igual que Bono cuando…… bueno, cuando Bono hace este tipo de cosas, mientras en la pared brillaba la frase: “NI EN PEDO” en respuesta a una parte donde la letra pregunta: “Mother should i trust the government?”.

A esa altura, mi Aquarius de naranja que compré por la módica suma de ¡¡¡¡¡20 PESOS!!!!! (unos 4 dólares), ya era solo un plástico aplastado por la rabia de no poder arrojar mis propios huesos y cartílagos directo contra toda esa pila de ladrillos, en señal de respeto y admiración ante tamaña síntesis de dolor y pánico.

Un coro de pajaritos me tranquilizaron, abriendo: “Goodbye blue sky”, hasta que el volcán de sobredosis de información hizo erupción, transformándolos en bombarderos que lanzaban marcas, religiones y dogmas de mierda sobre ciudades pobres y sometidas. La construcción del gran bloque continuaba su marcha milimétrica, con “Empty Spaces” planteando dudas, acerca de algo así como la ¿financiación moral? del proyecto.


Desde ahí, todo el rock and roll se salió de quicio, con las cuerdas hirientes de “Young lust”, al tiempo que escenas de un precalentamiento porno, multiplicaban el tamaño de las tetas y los culos de strippers deliciosas por millares de megapíxeles en HD. Las nonas shockearon y los nonos estaban chochos!!!!!. Aunque seguro que el papá de Fabrizio y su hermano rubito, se preguntaba ahí mismo: “Uuuuiiiaaaaa!!!!. ¿¿¿¿¿Habré hecho bien en traer a los pibes?????”.

Ahora le tocaba el turno a la prostituta estrella, esa que se asombra por todo lo que ve al entrar al cuarto de hotel donde Pink está totalmente duro. Despacito y tratando de hacerlo reaccionar, el caos tan esperado se desata mostrando toda la furia de “One of my turns”, en la que cada objeto de la habitación queda a la miseria, para dejarle la posta a la sensación de soledad más podrida de “Don´t leave me now”, en la que Waters desnuda que lo único que para él existe, es justamente algo que ni siquiera tiene.

“Another brick in the wall (Part 3)” cerró la trilogía de conmociones, con el pulso de la bata dominando el ritmo de los corazones perplejos que la seguían, para combinarse con los movimientos del último albañil que colocaría la piedra más importante de todas, esa que divide al pueblo de sus artistas durante el susurro de “Goodbye cruel world…” de parte del arquitecto.

Al promediar la fiesta, por salud mental, los espectadores necesitamos del “INTERMEZZO” para INTENTAR CONSEGUIR por lo menos un cable a tierra de 10 minutos. Ni tanto para mear. Más bien para asimilar qué fantasmas son los que nos recorren las vértebras. Respirar profundo y entender que simplemente tenemos en la cara a unos músicos que vinieron a exponer un mítico material de más de 4 décadas de ingeniería, amplificado por los artefactos más finos de la tecnología del primer mundo, es lo único de lo que hay que estar convencidos............................................................................

PD: Señora Papá, Señor Mamá: A no desesperar!!!!! Que mañana se enterará del desenlace de esta apasionante historia (?).


Las fotos son de Papalo. Posta.