viernes, 14 de marzo de 2014

CUENTOS DE LAS 3 DE LA TARDE: EMBOTELLAMIENTO SOBRE MARISCAL LÓPEZ FRENTE AL SANTA CLARA



Siete y media pm. El cielo está nublado. El reflejo de las ramas de los árboles de la avenida recorta el vidrio de la camioneta. Sus ojos se posan en los faros rojos del vehículo que tiene en frente. El tráfico es un infierno. Está alterada. Sabe que está llegando tarde a un compromiso que solo tiene con ella misma. Un motoqueiro se le cruza salpicando un charco gris que se embadurna en el cristal, mientras el parabrisas lo empavona un poco más. – “¡Pero la gran puta!” grita no tan convencida pero su vocecita retumba en el interior de su nave espacial japonesa del año 98. Mira la hora en su teléfono. 07:32. Tiene una notificación en el whats app. Se tienta a revisarla. Puede ser cualquiera de sus amigas hablándole de boludeces o quizás uno de la larga fila de pesocas que se pelea por tenerla. Toca la pantalla para leer y un taxista amargo de pelo solo a los costados onda payaso Krosty, lentes culo de botella y un bigotito mezcla entre Pancho Villa y Rubén Rodríguez le bocina fuertísimo y su imagen en el retrovisor le devuelve una puteada en arameo. Ella frunce el ceño nerviosa y pisa el acelerador descalza avanzando solo unos metritos. El del enjambre amarillo se ofusca por tener que volver a frenar de golpe y descarga su ira con las dos manos abiertas chocando contra el volante. – “¡Pero la gran puta!” reacciona ella y – “Qué pio querés que haga?”, sentencia después. El semáforo parpadeaba en amarillo pero la cola no se movía. Del otro lado de la calle, autos lujosos a toda velocidad bañaban el exterior de su cabina con agua acumulada de la última hora de lluvia. Un camión de bomberos está descompuesto sobre Mariscal López frente al Santa Clara. Ella tiene que doblar a solo dos cuadras pero no puede ir ni para adelante ni para atrás. A sus espaldas el payaso Krosty de la parada 69 está sacado. Lleva a una embarazada que no para de gemir ni de tener contracciones. Está aterrada. No tiene a nadie. No habla castellano y no entiende nada de lo que pasa afuera. Solo sabe que le duele y quiere que le extirpen ese demonio no nato cuanto antes. Pero unos pasos más allá de su sufrimiento, la conductora que está retrasada cambia la cara por una expresión de alegría momentánea, pensando que la cara del taxista es muy graciosa como para subirla a su instagram.