Todos creyeron que fue la porno más
aburrida de la historia. Pero en los pasillos de las mueblerías, algo repugnaba
a los roperos más puritanos. Contrariamente, en los semáforos, los vendedores
de dvds truchos hacían su agosto, diciembre y octubre del anho próximo. Mientras
todos estábamos trabajando fuera de casa, la ciudad veía cómo de manera
silenciosa y clandestina: modulares, repisas y puffs se acercaban a las
esquinas a preguntar a cuánto estaba algún juego de playstation, pero
terminaban llevándose algún que otro cd de reggaetón con los 150.000 hits del
momento para hacer bailar a la empleada y para ellos “Meteme tu cajón – Parte 4”, una película de bajo
presupuesto cuyas escenas sádicas de ¿maderofilia? conmocionaron a pequenhos
arbustos que recién estaban descubriendo su sexualidad. Y es que las toneladas
de aserrín que encontraron al día siguiente en el set de filmación, indicaron
que el rodaje fue de épicas proporciones.