lunes, 20 de junio de 2011

EL CUARTITO DE NOS: O LA FÓRMULA DE CÓMO HACER UN SHOW DEL CARAJO CON UNA CEBOLLA Y UNA CAJITA DE FÓSFOROS.


Por un millón de razones esa noche explotaba AsunZión. Había clima de caos. Las cabezas estaban sedientas. Y en el clima del rock se presagiaba un nuevo hito para los estándares de “diversión” que se manejan por estas latitudes. El primer tren de Sudamérica fue tomado por viejos espíritus de maquinistas desquiciados quienes lo pasearon sobre nuestros cuerpos, camuflayados como una bandita de tan solo ¡27 ANHOS! que llegó para someter a una sesión psiquiátrica al borde del vértigo a la partida de muchos grupos de amigos que fuimos a verlos el sábado pasado al Ferrocarril.

Fieles al mismísimo fútbol uruguayo, los del cuarteto de 5 no vinieron a especular con el resultado. Desde que asomaron, el público los recibió como si acaso fueran profetas contemporáneos del humor más universal que existe, o ingenieros musicales lo suficientemente geniales como para no aburrirnos jamás en la puta vida.

De repente, todo flotaba. Ya sea porque no te sacabas las ganas de estar caminando en el aire o directamente porque el recinto era una nave espacial y esos manes traían mensajes intergalácticos. Como quiera que sea, la hipnosis te hacía repetir cada estrofa a gritos, incluso sin saber demasiado de qué hablabas, mientras el mundo entero se agitaba hasta tocar el cielo con el dedo índice erguido tan intensamente como el menhique.


A los 3 temas, hubiera pagado porque ya dejaran de tocar. El setlist estaba craneado para derretirte de sudor. La bipolaridad se entrelazó con la rareza y temas viejos que nadie cazaba pero que no desentonaron con la juerga que se armó sobre los rieles de la Estación. Surgió tanta buena onda que parecías estar en una montanha rusa que sólo iba hacia arriba hasta que recién cuando te olvidabas de todo caías al tiempo que el líder Musso definía tu personalidad, tu futuro y un método catártico para que también bajaran tus niveles de rabia con la vida.

Promediando el descontrol, ya con headbangueadas, poguito y saltos aislados apoyados en el hombro de alguna minita con aguante, alguien desde atrás gritó: “Laaaaadroooooneeeeesssss!!!!!!!!!!”. Y tenía razón, nos estaban robando la mala vibra a cara descubierta y de manera indiscriminada, con cada título que califica al menos en un 90% como megahit. De esta manera, se hacía oficial como no pasaba hace tiempo, que un grupo de por acá nomás sodomizara auditivamente a un público tan ecléctico como el que me crucé ese día.

La actitud punk de sufrir golpes, dar empujones, friccionarnos contra el prójimo, la no necesidad de caretear y revolear la silla de ruedas con el renguito al viento sin ningún tipo de culpas, es algo que ¡POR GRACIA DEL CREADOR! el VIP no puede comprar. Y la sensación de terminar el concierto totalmente mojado y con la incapacidad de emitir sonido alguno durante unos diecisiete minutos, está en el TOP 3 DE COSAS QUE NO VOY A OLVIDAR NUNCA.

Gracias Roberto, a los Santiagos, Álvaro y Gustavo. Me hallé (estado de regocijo) =)

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