En el segundo día del iskeu fest, ya nadie
entendía lo que pasaba. Todo se vio signado por una seguidilla de sucesos
estrafalarios de dudosa factoría, en la que nos vimos atrapados yo y mi acompañante (el búho por delante), mientras AsunZion era un inodoro que se
había llevado toda la escoria hacia otras alcantarillas. Lo último que recuerdo
del día anterior, fue que me senté a escribir algo que todavía no sé que es.
Pero que estoy casi seguro está entre la traducción al braille de la adaptación
para adultos de una Caperucita, quien harta de ser la esclava de los mandados
de su abuelita, decide aceptar el empleo de secretaria del lobo, con la
condición de ir a la oficina desnudita (de ahí la frase: “Caperucita: ¡Qué
ojete tan grande tienes!”. “Ohhhh.....!!! Gracias, abuelita!..... ¿!?”). O acaso fue la esquelita que
pegué en mi puerta, advirtiendo a mi familia que fui abducido por un escuadrón
de serpientes volcánicas licenciadas en filosofía y expertas en el dialecto
ushulu shama y que por causa de esto, volvería recién al día siguiente a mi
casa.
Bueh, de una u otra forma todos sabemos que nadie me creyó, pero igual, esto
me dio el “chan-wii” de salir a lidiar
con un complejo tráfico de carritos estirados por bueyes (único transporte
suburbano funcionando un viernes santo tipo 3 pm) y de esta manera, me largué de
mis aposentos por algo más de veintipico de horas, para demostrar que mi cumpleanhos no tiene límites y que soy capaz
de compartir mi felicidad hasta con publicanos
y pecadores.
Viendo la ciudad desolada, me comenzaron a entrar
ganas de tener una máquina expendedora de algodones de azúcar gigante para forrar
con ellos las calles y edificios y luego, sentarme a esperar que unas larvas mutantes
radiactivas se los coman como entremés antes de invadir Tokio. Todo esto, sólo
para averiguar qué tan bien paga Nat Geo por esta clase de documentos. Aunque por
obvias razones, como armar tamanho set implicaba un innecesariamente excesivo
costo de producción, que encima se duplicaba de onda por ser un día feriado,
decidí mejor optar por otro divague, que también podía contribuir con mi ambición
experimental. Y ENTONCES FUI A CONOCER EL LIDO BAR!.
Desde que me instalé sobre Palma y Chile, supe
que moriría. Y que este onomástico sería el último. Nunca precisé si por la
cantidad de yanquis que engullían la sopa dura con el mismo orgasmo que si
estuviesen llegando a El Dorado. Pero sí, las 4 ó 5 sospechas que conjeturé
eran la misma. O sea esa. Porque ese plato estaba maldito. En frente, el Panteón se
erguía para que más turistas sigan robando cosas de acá, en este caso el alma
de dicha arquitectura que cobija a los héroes de la Matrix. Lo que sí,
después de media hora más o menos, me atendió la camarera. Para traerme mi
pedido cuatro horas y 18 minutos más tarde. En fin, la silla de espera más tarde que temprano, se
transformó en silla eléctrica. Y esa empanada de jamón y queso fue mi propio
Mark Chapman.
Finalmente, el forense llegó y pidió que
paguemos la cuenta al tiempo que uno de mis siete estómagos inició una reacción
en cadena y todos fueron explotando primero por la enormidad del menú. Y luego
por la enormidad del menú. Encima con pancito, qué loco!. Decí que por suerte, cuando
estaba a punto de expirar por indigestión, unas horas después agarré en la tele el Mtv World Stage de Nirvana, que
si no, se iba todo a la mierda. Te dije que ya nadie entendía lo que pasaba. O uds. qué dicen chicos ?.
2 comentarios:
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