martes, 20 de mayo de 2014

EL DÍA QUE CONOCÍ A FEDE CABRAL


Recuerdo que fue mi amigo @eldrigs quien me había contado que un X (quizá el mismísimo Aníbal “El Chupawhisky”) le había tirado que su grupo: “Los Chamosdel Momento” se parecía un toque o evocaba reminiscencias de otra boyband (?) no sabíamos de dónde llamada “Sancamaleón” y me trasladaba la pregunta de si yo los conocía: “No, nidea”. “¿Cómo se llaman?”. “¿Sanca-qué?”. “¿Maleón?”. “¿Así todojunto?”. “No, la verdad que no, che”. “¿Vos tenés?”. “¿Y si nos vamos a dar una vuelta?”.


Recuerdo que sin volver a googlearlos, una de las tantas madrugadas que me dormí con la tele prendida (clavada azarosamente esta vez en MuchMusic), mi sueño se cortó por alguna preocupación terrícola u onírica y de manera sincronizada, titulando un clip que recién arrancaba estaban ahí: “Sancamaleón”. “Adiós”. “Dirección: Fulanito de Tal”.  “Ah, mirá…”.


Recuerdo que me quedé colgado con el todo. El rasguido de la guitarrita te llevaba upa a otra dimensión. A una de esas en las que a mí ya me gustaba “astronautear” (venía de escuchar a Él Mató, Banda de Turistas, Massacre, esa clase de cosas…). Y con ese programita de la una de la madrugada que solo proyectaba a bandas emergentes de la escena local (de Argentina se entiende), literalmente me fui de mambo.


Recuerdo que en ese momento: “No puedo quedarme con vosssss, ya tengo que iiiiirmeeeeee, es taaaaardeeeeeeee”, actuó como una muy buena frase de gancho para no cambiar de canal o directamente apagar el asunto y volverme a dormir. Pero que cuando: “Mi zanahoooooria se vaaaaaa, mi zanahoooooria se vaaaaaaaaa” terminé de flashear completamente, ya que el círculo vicioso del eterno descubrir algo recopante me había atrapado de nuevo, porque YA! quería a saber a dónde puta iba la fucking zanahoria.


Recuerdo que a la mañana siguiente se lo conté a mi amigo @eldrigs como si fuera la máxima hazaña nocturna (que de hecho fue, porque aparte de dormir no me había divagado nada). Y él, muy expresivo y locuaz cual oso Yogui, me tiró un: “Ajá” y acto seguido se rascó la barba (??). Fue recién cuando le youtubeé el video quetejedi, que la mecha prendió fuego y ambos quemamos bulbo. Desde ahí nos taringueamos: “Cancionero para niños sin fe” y “Polenta” y la vida transcurrió sin demasiadas precipitaciones durante los siguientes meses.


Recuerdo que vagamente wikipedieé (???) algo y me enteré que las estrellas en el pecho de SANCA era que cada año participaban y ganaban un concurso de videoclips de músicos under de Buenos Aires e investigando e investigando, pillé sobre el parentesco del vocalista con Juan Cabral, mega director de comerciales, que para los publicistas es o debería ser una eminencia (ya que bueno, a él se le ocurrió lo del Gorila de Cadbury y el de las millones de pelotitas de Sony Bravia), que fueron venerados en todo el mundo, incluso más que el Papa Franchesco (????). He ahí que me fiché toda su filmografía.


Recuerdo que lo que me gustó desde el comienzo fue que todo estaba hecho demasiado simple pero que a la vez era tan conceptual e intenso como la patada al cuello de un pony de mente extraña (????). Y que no había forma de desencantarse de esa estética trash vulgar babasoniquesca que decora su sonido por instantes pop, por otros punk. Pero igual, con el tiempo y la sobredosis de información que hay en la Rolling Stone, arribé esta última parte de la vida flirteando con otras historias.


Recuerdo que no fue sino hasta que un par de años más hacia acá, que me topé con Soundville y escuché a un tipo tocando un charanguito e invadiendo el espacio y congelando el tiempo con la estrofa: “desde las montaaaaaaaaañaaaaaaaaaaaaas, desde los glaciaaaaaaareeeeeeeeeees, de entre el uuuuuuuuuuniiiiiiiiiveeeeeeeeeeeersoooooooooooooooooooo”, mientras unas cabras recortaban con su figura el paisaje escandinavo, que FINALMENTE terminé de enamorarme de la cuestión.


Recuerdo que cuando me pasaron el dato de que ese man era Fede Cabral. Y que él era el vocalista de Sancamaleón. Y que ahora es solista. Y que es el hermano de Juan Cabral. Y tomá acá está su web. Y mirá tiene otros demos. Y que me descargué todo lo que había. Y que cíclicamente entraba a la página a ver si no subía más temas. Y que no sé ni cómo llegué a hacerme adicto a su programa de radio. Y que no sé ni por qué lo tengo como amigo en Facebook. Y que no sé ni para qué ya visité dos veces. Y que no sé ni cuál es la razón para que sus letras me sirvan tanto de mantras. Y que no sé hasta qué punto este universo está tan interconectado. Y que no, no tiene problemas de venir a tocar a Asunción. Y que YA ESTÁ, ¿cuándo?, QUE después de todo, resulta muy gratificante poder decir: ¡HIJA DE PUTA! ¡QUÉ BUENA ONDA HABERME DESPERTADO ESA MADRUGADA!.

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