Un par de días atrás, justo con unos amigos paramos
frente a un colegio precisamente no para estudiar. Y de forma inconsciente, concluimos
que hay un par de cosas en que estamos obrando mal y que por eso todo está para
el orto. Por eso, hoy mismo, el calentamiento global se sienta en nuestros regazos con
la ternura de una ninha, reclamándonos con su chupetín recorriendo de un lado a otro de la
boca que apaguemos la luz durante una hora. O de lo contrario, calcinará
nuestras pantyes al igual que un café batido hace trizas un microondas a los 66
minutos de uso ininterrumpido, pero obvio, multiplicando este efecto por una
cifra infinita.
Lo que sí, la idea se remontó a la
preadolescencia cuando ya el sistema educativo nos marginaba colocándonos al fondo
de la clase, en épocas en las que a las primeras oídas de Nevermind, nos deshacíamos
de los desodorantes y veíamos en suenhos que le apedreábamos a la directora. ¿Por
qué?. Porque siempre supimos que podíamos estar asimilando más información quedándonos
en casa viendo tele, que caminando uniformados en marchas marciales cual videoclip de Pink Floyd, que acababan
en bostezos desde la última fila de pupitres, durante la manhana entera.
Si bien la escuela, nos instruyó en conciencia
ecológica, también limó nuestra personalidad hasta tornarla superficial y
consumista. La tele también hubiera hecho lo mismo, pero en fin…… Por eso es
este un planeta imperfecto. De cualquier manera, esta noche podés hacerle y
hacerte un favor de 8:30 a 9:30 hs., puteando contra todo ese tiempo (pasado, presente y futuro) en el que te
condicionaron a actuar en algo que no necesitás. Realizando algo que sí
necesitás. Dejá tus aposentos a oscuras. Pero antes, iluminá tu mente ;) .
Una vez
más, el rock le hizo 6-0 a
los prestidigitadores, a los sabios, a los necios y a los impíos de corazón.
Olvidate de Rakiura. Esto era Stirling loco. Un gaitero comandaba el ataque
visitante. Pero cuando se escuchó 2 ó 3 temas, toda la Budweiser sucia que tomó,
se le salió por los poros y ahí mismo se pidió un taxi de Luque a Glasgow. Pero
al salir del recinto, el eco del show le remordió hasta dejarle las entrepiernas
violetas y cuando quiso volver a retomar la función, la red (p)uts impartió “justicia”
negándole el reingreso. En otro asterisco de la aldea global, 1ROBOTCIEGO
literalmente rodaba pendiente abajo desde un línea 30, ganando algunos
rasgunhitos para después encarar a pata casi un kilómetro con la fisura de
saber que la performance rondaba sus diez minutitos.
Cumpliendo
todo el arcaico protocolo de que onda proctólogos te revisan cada agujero, para
pillar dónde te duele más y después dejarte pasar como si nada, cumpliendo con cuantas
infracciones legales y hasta morales acumules en tu currículum vité, al girar
mi cabeza para saludar a un amigo chipero, me doy cuenta que el mass media más
importante de este país también estaba llegando tarde, custodiado por las
ventanillas de su papamóvil. “No me perdí de nada entonces” - dije hablándole a
mi otro yo (que, básicamente soy yo mismo pero afeitado y con várices en mi
nalguita de modelo tropicaloide).
0k. Una
vez adentro, la cosa se puso gris pero tirando a verde musgo. Con 6 temas súper
coreados por una hinchada efervescente de primermundismo, ya los tenían
contando pelusitas en su bolsillo. Y la verdad que desde que yo llegué y hasta que
me fui, el setlist jamás ficou fraco. Bien alineados y con la confianza de unos
alumnitos del pre-escolar en un festejo del Día de la Madre, los Franz Ferdinand
dejaron en off-side al 1% de la nuestra población que los fue a ver, en lo que
pasó a la historia como el primer recital GROSSO made in Paraguay, desde que
una vez casi-casi vino el Payaso Bolabola, proveniente de una gira que
culminaba en Corea del Norte. Pero que cuando le dijeron que no se trataba de
Uruguay, inevitablemente reculó, provocándole una estrepitosa caída en la bolsa
de valores de Nueva Guinea a los vendedores ambulantes de vinchas, vinchitas y
vinchucas que tenían impresa su cara y el detalle en primer y segundo plano de
su doble miembro viril, que le había llevado a la fama.
Los
caballos se llamaron al combate, cuando de entrada el vocalista y su colega
Nick McCarthy, hijo dilecto de la ciudad y futuro convocado para la Selección, dieron el
knock out con un gancho de principiantes que tumbaría hasta al último de los
mohicanos, con su “Take me out” sonando al mango como Nirvana en los ´90. Desde
entonces, jamás dieron trewa, ni de centésimos para hacer pis un touch y
volver. Nada.
Con cero
producción, en un gesto más ornamental que recio, el clan Kapranos, se despachó
contra todo huracán que se le presentara. Inyectando de imágenes mal escaneadas
por una computadora vieja, las retinas de los que vencimos a San La Muerte para poder
cantárselo en la cuna a nuestros hijos. Y a los hijos de nuestros hijos, cuando en unos anhos rememoremos nuestra
condición de víctimas de este atentado melómano tramado por piromaniacos, que
metió en la misma hoguera su disco homónimo del 2004, el “You could have it so
much better” del 2007 y unas pizcas del reciente “Tonight: Franz Ferdinand” del
2009, pasando por una sesión de percusión, en la que los 4 músicos aporrearon
una batería como si Goliat resucitara para vengarse de los israelitas y luego
liquidaron el pleito con unos sintetizadores siderales en un final apoteósico,
digno de las noches más unders en los sótanos de Europa.
Todo se altera. El coliseo
palpita la presión y el termostato pide cambio de arco. Los que van a morir en
el pogo saludan al césar de turno. Y cuando se abren los portones corren como
animales en dirección al escenario. Nadie sospecha de la fiera que los espera en
silencio para devorárselos, en un arrebato incontenible de furia. Sus fauces se
retorcerán dejando escurrir el sudor mientras a gritos el delirio será total y absoluto.
Y ahí estará. Ningún asteroide podrá detenerlo en el pináculo de las miradas atónitas.
Con su trajecito beatlesco y su recortecito de cimefor. Ejecutando con saña instrumentos
de alambres de púa. Y plantando en la cabeza cubierta de escamas un rugido
fragoso, que lleva el alma de mil guerreros del regimiento de William Wallace. ¡No
pueden tocar tan bien hijosdeputa!.
En 2 días 4 escoceses pisaran 1 país en el que nunca estuvieron. Corría el invierno del 2004, cuando 1ROBOTCIEGO chupaba caña en lo de su amigo y el riff que definiría la década pasada le atornillaba los microchips, sin saber de quienes se trataba. Al día de hoy, nunca me fijé demasiado en su estética, pero en teoría su divague es estar a la vanguardia de la moda. Aunque como siempre, lo que importa es lo de adentro y estos personajes tienen mucho para vomitar.
Tal es el caso, de que uno cuando se prepara para ir a ver a los herederos del archiduque Francisco Fernando, no sólo se encuentra con el producto de 4 discos editados en 5 anhos. Si no que se topa con libros que no leyó, leyendas que nunca escuchó y gremlins de los que ya se asustó. Es por eso, que un domingo para lunes cualquiera sirve para repasar baldosas y también las influencias implícitas o no en las cuales, Kapranos y demás sentaron las bases para fundar una colonia en la que todo el mundo quiere ir a veranear.
Junto a los White Stripes, los Strokes y creo que nadie más, estos chicos establecieron con sus propios cimientos las nuevas huestes del rock conceptual en épocas en las que todos lo creían muerto. Pero no lo hicieron, sino habiendo masticado los chicles del sonido breathe-ish que tantos gratos recuerdos nos trae!. Por eso, a 48 horas de 1 concherto irrepetible en Paraguay, desde esta modestamente irascible columna les traemos los “5 Temas para sobrevivir a un atentado previo a la Primera Guerra Mundial y luego de casi un siglo convertirse en un grupo de culto”.
Semana corta (por el feriado del 1ro. de marzo para los que se colgaron del travesaño) y otro finde resplandeciente asoma por la persiana americana, trayendo frescura mental con sabor a durazno. Atrás quedan las recomendaciones de actividades clásicas onda: mirate este dvd, andate a este concherto, o procurá que se te vaya esa urticaria de esta manera o de esta otra. No! Hacé lo que quieras man!. Como mejor te salga. Si querés practicar breakdance sobre vidrios engangrenados, es tu mambo loco. Y ni yo ni ninguna jueza del menor te puede decir lo contrario. Si nos vemos por ahí, nos saludaremos con campechanía y sencillez de corazón. Y si te hace bien, esquivarme la mirada, de pelos!, total soy ciego y anciano!.
En breves lapsos, mi balsa partirá hacia la locura esperando que se la trague una cascada, para que el lunes, cuando la esclavitud insista en volver a tenerme encerrado más de 8 horas, la excusa sea tan convincente que me permita dejar de repetir siempre la misma, que nada, que me duele el páncreas y esas cosas que nunca me creen en los justificativos médicos. Pero ese ya no es el punto.
Como todos los beernes: Iros a la polla!
Son los más sinceros deseos de 1ROBOTCIEGO y el Tío Bob!.
Encima gratis y con puff en
segunda fila. Los cerdos comenzaron a volar. Y los martillos a caminar. La
lluviecita grass encendió algunos farolitos y el público de correcto porte
anglosajón, aunque de tenida sport elegante, se adecuó como pudo a la
meteorología de nuestra capital hasta refugiarse en el Paseo Carmelitas, para
ver a la reencarnación del mal interpretando a nada más y nada menos que a los
Fab Four del art rock en (otro) homenaje, esta vez titulado Oink Floyd.
Dispuestos de izquierda a
derecha, Willy Chávez (de Salamandra) en guitarra, Steven Wu en ¡teclados!,
Felipón Muñoz en batas, Calavera Del Puerto en bajo y Coelho Amado en voces y
guitarra (todos ex Dokma), recién fugados de un manicomio no tan lejano, osaron
profanar partituras magnánimas y la noche se perfilaba como un exorcismo para
el ego.
Previo al toque, un arco iris
se incrustó en el medio del boliche por un microsegundo, como anticipando un
Saint Patrick, pero tirando más a reflejo de un prisma plateado del que nadie
se percató. Después, mientras el soundtrack aguardaba transmutarnos a todos genéticamente
e interpolarnos con nuestros antepasados o algo así, en un lcd lazy gaga moría
por culpa de un paparazzi en lo que se conoció como el lado más careta de la
luna. Sin embargo, todo lo que pudo haber ocasionado más altibajos, como el
hecho de que la brahma tuvo que ser considerada no tan mierda, ya que no había
otra cosa para tomar, fue obnubilado por el uno ovarios picos de destreza, que
cada músico supo congeniar hasta terminar de reconstruir la/s pieza/s.
Imperceptiblemente, entre
tema y tema, sus caras se iban amasando hasta que una hora después estuvieron
iguales a Benjamin Button (si éste papel hubiera sido actuado por los cráneos
de The Wall). Entre ellos, Coelho, que a decir verdad no gozaba de toda mi
bendición, se reivindicó como una auténtica rama genealógica de Rogelio Aguas.
Y luego de hacer relucir al loco diamante, el que dudaba de esto era eunuco.
Luego de esto, el auditorio a
puertas abiertas se quedó sin pelucas. Y la gente quería embolarse nomás ya. El
aire era nitrógeno puro. Y las dendritas se hacían el hara-kiri. Mientras que
la noción entraba en coma alcohólico. Algunos suplicaron: “Que toque Felipón!
Que toque Felipón!”. Otro pidieron: “Que toque Rolaaaaandooooo”. Y ya que
estaba ahí, yo quería que toque Jason =P. Pero lo más extravagante fue cuando
un tipo, totalmente excitado, insistió en que todos enhebremos las venas de
nuestros cuellos, levantando al unísono el inconfundible corito de barra brava
del grupo, pero vaya uno a saber por qué, nadie le dio bola.
Por momentos, lo que encandilaba
desde los parlantes era música para manejar ovnis. Los lamentos causaban gracia
y se robaban palmadas de aliento. Al tiempo que al violinista chino devenido en
hombre de teclas, le bastó anclarse en una sola para que el resto tuviera pie,
para orquestar durante más de 20 minutos hablando de lo mismo.
Quizá al tracklist
seleccionado, si bien afinadito, le faltó un poco de nafta. Pero Dokma (o los
ex Dokma, da igual), de vuelta no tuvo perdón y se graduó con honores en la
asignatura Pink Floyd, y hasta se pegó el lujo de viajar en lo que dura un
tintineo al continente afroloko, tras los primeros y huraños golpes de
“Tronchón”.
Básicamente, el video de esta canción de Jimi Hendrix, cuya parca se convertirá en breves meses en una señora de las cuatro décadas, parece ser un proyecto que Albert Hoffman ideó de adolescente, cuando estudiaba técnicas audiovisuales en el Ipac.
Yendo a los bifes: se trata de una sesión espiritista climatizada con abundante smoke y rayos flúor, que flanquean una mesa en la que 4 munhecos vudú intentan llegar más allá, como si buscaran una respuesta implícita a algo indescifrable.
Hendrix, se impone como un médium por el que, cual tests de roscharch, van moldeándose universos para lelos: fábricas de gelatina a la deriva, discotecas fuera de órbita y senderos en llamas, incinerando espirales de caracoles que emergen de manera surreal, confirmando dos teorías:
1- Que la fina estampa del caballero Jimi sobrevive a cualquier supernova. 2- Que el editor de este clip está de la croqueta.
Procurando que lo único que no se derrumbe después de tanta sacudida sea la esperanza. Y lamentando las incalculables pérdidas espirituales por las que están atravesando los herman×s trasandin×s, 1ROBOTCIEGO filtra y encausa todas las mejores energías para enviárselas a todos los que hoy tienen que volver a la casilla de salida y empezar de cero. Podemos hablar de los centenares de difuntos, pero preferimos respetar su memoria. Podemos mencionar las medidas de reconstrucción, pero a falta de precisiones no haremos hincapié. O incluso de cómo podemos evitar que esto le siga ocurriendo a vuestro ecosistema. Pero a estas alturas, todos deberíamos saber que el efecto mariposa no es un cuento infantil si no, tácitamente toda la parafernalia con la que a la CNN le gusta adornar sus reportes en vivo y en directo desde el lugar de los hechos. Así que tampoco iremos por esa rama. Porque lo que importa realmente es la gente.
A ellos, hoy les rendimos un minúsculo homenaje rejuntando a sus propios artistas, que trasgredieron las fronteras y con los que nos fuimos de carretes, descubriendo en ellos la naturaleza de un aporte fundamental al rock de nuestro continente. Y les auguramos un sólido trabajo en equipo, para sortear rápidamente las dificultades. Por todo esto, hoy traemos los “5 temas para sentirse más chilen×s que nunca!”.
Aguante Chile!.
05. Nadie como ustedes, tuvo una delantera tan picha como la de Salas-Zamorano.
04. La Isla de Pascua es lo más poético que hay en Sudamérica.
03. Su lenguaje es tan agradable, que a mi perro le puse Pololo.
02. Tienen un feeling de la concha de la lora.
01. Y hasta patentaron su propia empanada. Salud pueblo amigo!
Nadie sabe bien lo que pasó, pero amanecí una vez más postrado en la confortabilidad de mis sábanas de tela colorinche. Fue un mediodía del infierno con la térmica dando alaridos de locura y bañando a las personas en su propia transpiración. Almorzando con los jinetes del apocalipsis, milanesas van, milanesas vienen y escucho (por enésima vez) que el fin del mundo está cerca y que habría que ir ahorrando para comprarse un transbordador que nos lleve desde esta habitación al espacio exterior. Yo, que no tenía muchas ganas de moverme que digamos, sino todo lo contrario, preferí tener el cocotero vacío de preocupaciones y actividad paranormal, porque esto me parece lo más renovador que hay para volver a capturar esos hálitos de ambición y amor a la camiseta hecha piel, que se fueron a la mierda esta semana por culpa del capitalismo foráneo. Y en lugar, de pensar qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos, me convertí en una oruga que está a punto de salir a crear disturbios en la jungla de concreto. Ya que tarde o temprano, el cassette de quienes somos, nos mostrará que no tenemos un lado C y que tantos planteamientos son al pedo. Si el acabose llega en el 2012 o en el 2010, acá te estoy esperando, cagándome de risa.
Con un alegórico soneto, el Doctor Muelitas les
había indicado a los infantes frente a la pantalla, que ya era la hora de hacer
“chiquichiquichiquichi” y luego les recomendaba ir a colgarse. En la imagen
sobreimprimió un logo hecho en paint y detrás de éste, el fondo se sobrecargó
de brasileros en panhos menores, que con sus exuberantes torsos transpirados en infinitos destellos de sensaciones desbordantes, pretendían contagiar el ritmo
de la temporada y festejar su carnaval carioca. Aquella noche, 1ROBOTCIEGO ni
se había molestado en ir a lo que sería el cierre del ciclo. Y aprovechando la
ocasión, toda clase de personajes se habían infiltrado en la transmisión. Por ocurrencia
de un canillita apostado en la vereda del canal, los guionistas decidieron
hacer la emisión al aire libre, y ya que no estaba el jefe, convocaron a su archienemigo Comiquito Buenasonda para que profane el nombre de Satán en vano, distorsionando
la “dança da garrafa” con un ronquido perturbador a lo death metal y toda la
media polenta que despedía su guitarrita pueblerina, armada con dos platos de
plástico y unos filamentos de cable pelado mal atados.
El desfile había comenzado, conducido por
Canino el Caniche, quien en su desesperado intento de anunciar una nota medianamente
interesante, dio pie al clon de Bambi y a un doble de riesgo de la Guerra de las Galaxias, para
que firmen un tratado de paz que garantizara que ninguna mulata sería maltratada en
lo que durara el espectáculo. Al respecto, el ewok dijo que
“ASJDFASDJADSKJASDJQWURIGFMCX MZXC”, en claro estado etílico desde las 8 de la
manhana. Mientras que el venadito intentaba sacarse las moscas de la cara con
una patita, por culpa del mal aliento despedido por el actor de Jorch Lukas.
“Sos un hijo de puta” le habría declarado el otro en claro gesto de
indiferencia, acentuado por un apretón de manos fornido y ambivalente.
Y ahí venían las chicas. Canino se puso al
palo, seducido por las morochas que zarandeaban la pelvis como unas odaliscas
desempleadas, que no tenían ni para caerse muertas y que en lugar de recurrir a
la profesión más antigua del mundo, insinuaban algo que nadie descifró,
erigiéndose o erectándose como las reinas de la comparsa de una de las favelas
de Río dü Pajeiro.
Vodka, whisky, caipirinha y avena eran los
ingredientes de una crápula sin precedentes. De pronto, la pista sólo conoció
de una sustancia viscosa proveniente de lo alto. Segmento preciso en que el
campeón de los disfraces del anho pasado, se cagaba en el esfuerzo de miles de
confecciones y atuendos de purpurina, ostentando otra gran hazanha.
Por un segundo, la electrónica lo dominó todo.
Un par de boludos, lookeados como el robot ciego, ingresaron para especular a las
bailarinas como ya es costumbre en este programa. Se embadurnaban en sus pasitos
de aquí para allá, de allá para acá y de acá para allá, sin ninguna dirección
ni sentido aparentes y con toda la certeza de que las personas al verlos, les pedirían
autógrafos, que nunca acertarían a firmar a menos que reciban una donación de
un par de córneas y quizás, tal vez, una que otra demanda por acoso.
La cámara apuntaba para cualquier lado. Canino
estaba totalmente loco y de la boca le brotaba una espuma, que nunca se comprobó
si se trataba de una enfermedad congénita o le habían derramado nieve artificial.
Cuando empezó a convulsionar, el cuidacoches de la cuadra, vino a invitarle un
poco de su canha anheja y esto aceleró su deceso. Poco después, la parte médica
constató una sobredosis de ansiolíticos. El trabajador de la calle agarró el micrófono y se
encaminaba a ser el nuevo centro de atención del mundo.
Luego de esto, un par de dealers fueron
capturados por la policía. Pero como tenían fama de transar siempre y en toda
ocasión, se quitaron un par de espigas de encima y se las convidaron al
comisario de la jurisdicción, quien admitió que las necesitaba para poder seguir
“patrullando”. Los drugos, ahí mismo se tomaron un “vuelo” a las Bahamas.
La carroza más colosal, fue una de Garfield
gestada por unos ninhos en edad lactal, quienes de tanto succionar, inflaron a una
mamá sustituta al punto que el público tuvo que abandonar las graderías a su
paso, mientras unos 666 cimarrones hacían una capoeira alrededor, clamando por
la liberación del Tíbet. La batucada transportaba a todos a comer milho kenchi
en Camboriú. Mientras la mujer-carroza, sólo quería lasagna a granel.
La animación del evento, estuvo a cargo de “Los
Chotos de América”, un grupo megapop, célebre en su ciudad natal por intentar
hacer música sin instrumentos, pero que alcanzaban el Mí Menor frotándose entre
sí un largo rato, sin desperdicio de tiempo ni dinero. El cuarteto, integrado por
los hermanos Ano: Full Ano, Zullt Ano, Menck Ano e Inodoro Ferreira, causó
furor hasta que uno a uno, se fueron olvidando de respirar.
El cierre estaba a cargo de Mr. President of the
Global Warming, Barack Osama. Quien por ausencia voluntaria del líder de este
proyecto veraniego, era el segundo en jerarquía en todo el planeta, para dar un
discurso que preparó 120 días antes, incluso sin saber que aparecería en algún bloque.
Desde ese instante, la senhal también era captada en simultáneo por la CÑÑ y todas sus repetidoras
universales. El mandatario probó el sonido golpeando el mic un par de veces.
Luego se escuchó un extenso acople, que fue subsanado por los técnicos. Alguien
de la producción, le levantó el pulgar, él sonrió y finalmente esbozó un
tímido: “Hola… Sí, sí. Hola…..”, justo cuando todo se caía por falta de
auspiciantes.