Bitácora del capitán: Todo resultó ser un caos. Hasta que en medio de la tormenta, llegó un punto en el que tuve que poner música
clásica para tranquilizarme. De la nada, me había agarrado la tos de la muerte y le
peleé un ratito hasta que se me pasó cuando le imaginaba a unos camellos
pasando por el ojo de una agujeta de color de rosa mientras dos elefantes se columpiaban sobre unas cucarachas enojadas (?). Cada vez falta menos,
pero contradictoriamente a medida que avanza, el tiempo parece elastizarse solo
para quebrantar aún más a mis ya bastante atrofiadas neuronas.
Hoy me dormí 20 segundos en mi escritorio y me alcanzó lo suficiente
para ver a una horda de hombres lobo pasearse en patines al tiempo que la luna llena
de fondo recortaba sus sombras al ritmo de un salvaje rasguido de guitarras
kraut. Cuando me desperté parecía que fueron 333 siglos. Pero no, seguía siendo
lunes de tarde la puta madre. Y yo con ganas de arrancarle a mordidas la cabeza
a un gato y volver a pegarla con cinta scotch. Bah, tanto así no, pero más o
menos…
Si bien nunca le encontré una explicación demasiado lógica a las cosas, tampoco es para decir que me rompí
el orto buscándolas... pero cualquiera de sus temas al azar, increíblemente tiene la capacidad de
incendiarte la sangre y hacerte sobrevivir a rupturas, secuestros, desfalcos,
mambos negros, verdes y grises y otros tantos estados de (des)equilibrio
emocional, devolviéndote la vitalidad adolescente que necesitás para patear y
sacudirle a todo este mundo sólido y predecible…… esa pelota llena de dinero y
palabras.
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