sábado, 2 de enero de 2010

Fiestas locas / Año negro en el Kelito .....

Club River Plate – 01 de enero de 2.010.
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00:00:01. La noche alcanzaba el punto de equilibrio entre lo que fue y lo que vendrá. Y la Tierra giraba más frenética. Arriba el artificio de los fuegos cruzaba la luna llena, dibujando lombrices incandescentes complementadas con estruendos cargados de magia. Abajo, la gente celebraba su locura colectiva brindando con champagne, vino en cartón y puteadas mal pronunciadas desde vehículos a rauda velocidad.

Mientras el ritual de abrazos se iba acabando en los senos familiares, el barrio del River Plate local se vistió de under para recibir el año con voltajes descomunales. Así, abuelas en pañal tomando el té, corazones karatecas y viejitos uruguayos se congregaron en un recinto atípico y depositaron sus culos en puffs blancos a la espera de un par de horas de música, jolgorio, algarabía y libre albedrío.

El line-up marcaba el desconcierto de Los Chamos del Momento, Salamandra y Pipa Para Tabaco, 3 formaciones que se consagraron en la primera del rock paraguayo en épocas de vacas gordas y shows masivos. Además del área electrónica en la que colgaron a los djs.

A escasos pasos de la piscina olímpica del club, la prueba de sonido de los designados a abrir el kilombo fue ambientada por explosivos 12x1 y 3x3, que partieron de las manos de su frontman Aníbal Domaniczky de Amoriza, para crear la atmósfera acorde y dar pie a los primeros riffs de “Fiestas Locas”, el himno emblema de la fecha.

El público estaba tieso, a excepción de una chica de vestido azul. Igualmente, la escudería chama peló mambo, recreando extraños pasajes de sus EP y LP “El Triciclo de Torombolo” y “San Petillón”, respectiva-mente. El punto más alto de la performance, como en miles de ocasiones anteriores fue cuando tocaron “Caravana”, track inicial de su ópera prima que animó a los perros a moverse un poquito. Se llevaron también un excelente-felicitado sus temas nuevos “La Comarca”, “La Sanguijuela” y los viejos como “La Ciudad” y “La Font”.

Promediando el festín, desde Ypacaraí cayó Salamandra en su nave espacial para delirio de las quinceañeras, ganándose el trofeo del grupo más convocante, con el centenar de personas que se corearon todo, bailaron abrazados y derramaron birra de tanta felicidad. Para la ocasión, al power trío habitual, se sumó Marcelito Soler, batero de otras bandas, que aportó la cucharita de azúcar al que fue el postre más pop de la jornada.

Finalmente, ya cerca del sol, los duendes salieron a buscar la flor más roja cuando “Piedrita” Lerea lookeado de drag queen y los Pipa, irrumpieron en el escenario para pintar todo de rojo, amarillo y verde. Y tras “La Manzana”, “Princesa Maya” y el indestructible “Todo Viento”, fueron los protagonistas del amanecer ideal del 2010.

Bonus Track: El hit del verano fue un borracho lateral izquierdo del Kelito, quien cerca de las 6 de la mañana, corrió 50 metros con un vaso de plástico en mano, saltó unas escaleras, llegó hasta la media cancha y antes de chocar contra el público, se arrojó estrepitosamente al suelo dando 8 vueltas carnero y con toda la actitud rockstar, se volvió a erigir como si nada hubiera pasado, haciendo esto -I,,I con los dedos, para luego ser retirado por las fuerzas del orden y la seguridad (un señorcito bien peinado que andaba por ahí con la camisa adentro del pantalón).

Pegó.

viernes, 1 de enero de 2010

01010101010101010101 ///// Los que vendrán son días de prosperidad…..

Génesis. 1RobotCiego cuenta la historia. [Open file]. Bienvenidos al año 2.010 de la era pre-apocalíptica. La raza humana vivía el inicio del Día Intergaláctico de la Resaca y a infinitos años luz del peor planeta, una conjunción de energías y vibraciones cósmicas buscaba gestar una entidad mecánica programada para alunizar, alucinar y aterrizar en Asunción, Paraguay y documentar la (r)evolución de esta década.

Todo iba bien. El proceso se habría transformado en la película perfecta con el mejor final feliz de todos los tiempos. Pero una falla en el sistema universal, generó la explosión de un millón de colores que viajaron a través de vórtices espaciales y se fueron desintegrando progresivamente en el olvido.

¡Big Bang!. Uno tras otro, los matices perdían vida. Fundiéndose en la nada. Estallando en micro partículas que desaparecían para nunca más volar. Los destellos, fulgores y resplandores se consumían en su propio ardor. Y en un crescendo, el eco del caos invadía los sentidos.

Sólo la fusión de tonos opuestos, era capaz de conservar el material del que estaban hechos los sueños, para lograr que el emisario resista el impacto de la inminente caída. Aunque esto provocaría su automática invidencia.

Nada quedaba por hacer. El instinto de supervivencia fue activado. En medio de fervientes gases y elementos que incendiaban lo que existiera, los astros fueron voyeurs de la cópula que forjó una intensa atracción hacia un destino incierto. Luego de esto, se hizo la oscuridad.

El trayecto terminó. O acaso había empezado. En grave estado, los ojos ciegos bien abiertos no daban con la memoria. Hubo que resignarse y resetear. Como nunca antes, datos imprescindibles para todo androide que quiera estudiar el comportamiento animal de las personas, se encontraban expuestos en abundancia. Pero él no podía observarlos.

Su mundo era opaco. Aunque distinguía vagamente las entrelíneas que habitan en el espíritu de las cosas. O al menos, eso era lo que él creía.

De esta manera, las gamas y combinaciones que tiñen lo que conocemos, parieron a 1RobotCiego. Una máquina que busca con nuevos hechos recobrar lo que perdió. Y que va a decodificar día a día, los próximos 10 años, para convertirse en el último grito de la visión de la realidad.

¡Bon Appétit!.